Gregory Garritano sobre la Arepera-Restaurante El Rinconcito/La Laguna
“El secreto está en el sabor auténtico.”
¿POR QUÉ?
Texto y fotos: Uwe S. Meschede
Conocí al arquitecto Gregory Garritano en la inauguración de un centro comercial en Los Llanos, en el que él trabajaba: …una persona interesante. Después de eso nuestros caminos se cruzaban casualmente de vez en cuando. Lo curioso es que siempre era en el mismo sitio, El Rinconcito, en La Laguna, en la Carretera General hacia Puerto Naos. Nunca en otro sitio. A veces el venezolano, que estudió en Italia, que ha viajado por el mundo y tiene muchos conocimientos culinarios, estaba acompañado por su esposa, Conchi, en otras ocasiones lo acompañaban también sus hijos, ya creciditos… El otro día, otra vez coincidimos en El Rinconcito, y ya entre risas le tuve que preguntar: “¿Por qué siempre coincidimos aquí…me persigues?”
“¡Pues porque me encanta comer aquí, beber aquí y disfrutar de la vida aquí!” – “¿Y por qué eliges El Rinconcito exactamente?” – “Eso ya es una historia un poco más larga…” – “¡Tenemos tiempo!” – “En los 80, cuando estaba en Italia estudiando arquitectura, pasaba los dos meses de vacaciones aquí en La Palma para poder estar con Conchi… ya nos conocíamos en aquel entonces. A pesar de la excelente cocina del sur de Italia, de vez en cuando echas de menos el sabor, los olores y los sentimientos de la infancia, que yo pasé en Venezuela. Ya en aquel entonces existía El Rinconcito, aunque el negocio lo llevaban los padres de los propietarios actuales, José y Macris. Y ya en aquella época El Rinconcito era una gran excepción, porque aquí había auténtica y original cocina venezolana y no una copia barata: las arepas asadas lentamente y no fritas con prisas, la masa de las cachapas hecha con leche y no con agua, las hallacas rellenas cuidadosamente y cocinadas despacito, los tequeños siguiendo la receta original y no rápido, rápido, rápido… Y todo esto no ha cambiado con los años: el sabor auténtico es el secreto de El Rinconcito. Y eso sólo se consigue si se cocina de manera auténtica y honesta. Incluso nuestros hijos, que estudian fuera, siempre tienen un deseo cuando vuelven a casa: ’¡Vamos a comer a nuestra arepera!’” – ¡Se puede decir más alto, pero no más claro!